Cuando una persona con discapacidad física decide sacarse el carnet de conducir, se encuentra con una serie de dificultades, no tanto por la discapacidad en sí, sino por el esfuerzo económico que supone adaptar un vehículo y por encontrar un centro formativo donde aprender a conducir que le ofrezca dichas facilidades..
Aunque existe un amplio mercado para la adaptación de coches para minusválidos, deben ser los conductores los que asuman todo el peso económico que comporta la adaptación. Incluso cuando una persona con minusvalía se acerca a una autoescuela para recibir la formación para la conducción, muchas al no disponer de coches adaptados, hacen que sea el propio interesado en sacarse el carnet el que asuma el coste del coche sin saber si será capaz de aprender a conducir.
Para poder solventar este problema, hace ya casi tres años, se creó la primera escuela permanente de conducción para discapacitados, que se encuentra en el Circuito del Jarama (Madrid). Este proyecto fue alentado por la Asociación para el Estudio de la Lesión Medular Espinal, AESLEME, y el Real Automóvil Club de España, RACE.
Entre las principales modificaciones más demandadas se encuentran:
- Aceleradores mecánicos y electrónicos en el volante. Se instala un acelerador sobre el volante para aquellas personas que no tienen movilidad en los miembros inferiores.
- Frenos a un lado del volante. Con lo que se consigue un frenado gradual. También se puede instalar el equivalente al freno de mano en forma de botón, pensado para quienes no tienen fuerza en los brazos.
- Controles de servicios. Permiten cambiar la posición habitual de los controles o agrupar todos los controles en un único mando, para que se puedan manejar todos los servicios con un único dedo.
- Inversores de pedales. Esta opción permite que los pedales se puedan colocar de la forma que resulte más cómoda para el conductor.
Foto: Autoescuela Lespar